Cuando Vortigern, usurpador del trono de Bretaña, quiso construirse un enorme castillo
en el centro de sus dominios, reunió un numerosísimo grupo de
trabajadores. Estos, construían durante el día a toda velocidad unos
enormes muros, pero de nada valía, pues por la noche y como por
encantamiento, los muros construidos se derrumbaban.
Vortigen reunió a sus astrónomos y nigromantes y les preguntó la
causa. Estos le dijeron que había que realizar un sacrificio de sangre,
para liberar al castillo de la
maldición que pesaba sobre él. Para tal sacrificio debía hallarse a un
niño de padre no humano y hacerlo degollar en el emplazamiento del
futuro castillo.
Encontraron a un niño llamado Merlín que había nacido de la unión de
una mujer y un demonio y lo llevaron ante el rey.
Pero el rey quedó muy impresionado por las dotes proféticas del niño y
en lugar de hacerlo matar, le preguntó la causa de la maldición. Merlín
contestó que si cavaba un pozo muy hondo en el lugar que había elegido
para su sala del trono, descubriría cual era la causa.
Así se hizo y los cavadores descubrieron al cavar, que debajo había un estanque, y en él un arca de piedra en el cual estaban encerrados dos dragones, uno blanco y otro rojo, enzarzados en una lucha que hacía temblar las raíces de la tierra. Una vez abierto el hueco los dragones salieron fuera y continuaron su pelea, el dragón blanco mató al rojo y a continuación se marchó volando.
El rey preguntó el significado de aquello, el niño contestó que, el
dragón rojo era el símbolo de Britania y el blanco el de Sajonia y que
profetizaba que pasado algún tiempo al igual que el dragón rojo los britanos serían vencidos, el rey moriría en la lucha y los muros de su castillo se vendrían definitivamente abajo.
Así ocurrió, Un día se presentó Uther, otro poderoso señor de la guerra, que también tenía pretensiones al trono de Vortigern. Este huyó a su castillo, el castillo fue incendiado y Vortigern murió bajo sus muros.
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