El viejo enterrador estaba acostumbrado a
todo. Mostraba a su impresionable acompañante todos los rincones del cementerio
con una cachaza que contrastaba con el nerviosismo del visitante del que era
guía.
-Esta cripta sirve de pudridero para el convento. Los cadáveres reposan un tiempo en estos ataúdes, y luego son depositados en el osario general. Con frecuencia resulta que el muerto está más o menos incorrupto: esto a veces tiene consecuencias eclesiásticas, beatificaciones, cosas por el estilo, así que a esos cuerpos se los deposita en urnas de vidrio, en esta zona del panteón, y se les observa durante años, si siguen deteriorándose, si han sufrido algún tipo de embalsamamiento intencionado, si hay en torno a ellos algún fenómeno extraordinario, si se mueven.
-¿¿Se mueven??? ¡No lo puedo creer!
-Pues le aseguro que es cierto, yo lo he
visto varias veces, con mis propios ojos: dejar un cadáver en su urna, dejar
ésta sellada, volver pasado un cierto tiempo, y descubrir que ha variado su
postura. Es el fenómeno más frecuente, tanto que en mi opinión no es
sobrenatural. Tengo mis propias explicaciones. Pueden ser vuelos de la
imaginación de un viejo solitario, así que no las mencionaré. Tal vez no le
interesen
-No, no, se lo ruego, cuénteme.
-Verá, se crea o no en la existencia de
un alma que sobrevive a la muerte del cuerpo, lo que nadie puede negar, nadie
puede discutir, es que realmente nadie sabe cuándo se produce la muerte. No es
cuando se para el corazón, es obvio. Se establecen unos plazos desde la parada
cardíaca , pero son legales, prácticos. Cuando un cuerpo es completamente
destruido, incinerado, devorado por los gusanos, está muerto, es obvio. Pero
los demás, no sé. Y menos en estos casos extraordinarios, los cadáveres
incorruptos por causas desconocidas. Tal vez estén todavía muriendo, lo hagan
muy poco a poco, sean una especie de agonizantes, de pacientes en coma cuya
percepción, cuyos sentidos, y hasta sentimientos, no podremos precisar nunca.
Por eso estoy en contra de esos tratamientos modernos, el formol, el horno
crematorio. Fueron seres humanos, tal vez lo sigan siendo. Bastante gordo es lo
que están pasando. Como decían en mi pueblo, el undécimo mandamiento es
"No molestar".
-¿Y los movimientos de los cuerpos?
-Ah, sí, je. Lo olvidaba. Los pobrecillos
han estado varios años en una caja a la que se habían acostumbrado, y de
repente los cambiamos y los ponemos en estas urnas que son muy diferentes. Como
cuando usted viaja y le resulta incómoda la cama del hotel. Para mí que se
mueven porque extrañan la tumba.
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