Arrorro, rorro, rorro si eres malo y no
te duermes
te llevará el coco de negra mano y
dientes verdes
Fue malo; se soltó de su mano, se perdió
de la vista. Se lo llevaron. Un día, un mes, un año esperando, ¿ha visto a este
niño? ¿Se sabe algo?. El dolor no mengua con los años, la incertidumbre lo
acrecienta. Antes rogaba, "Dios mío, que esté vivo"; ahora quiere
saber, aunque sea, que han hallado su cuerpecito.
No volverá a verlo, lo sabe. La certeza a
veces es dolor, a veces cicatriza. O cicatrizaría, si ella lo dejara. Si no
siguiera recordando la cancioncilla que le decía. Se lo llevaron. Porque fue
malo.
La magia es creer que unas palabras
pueden determinar nuestros destinos. Incluso quien no lo crea, no puede negar
que las palabras dichas pueden determinar, dominar sin descanso, la memoria del
resto de nuestra vida, la memoria que puede ser dolor, remordimiento y culpa, y
la marcan a fuego, la tiñen de negro de una forma brutal, acre, indeleble.
Ignacio Egea
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