Andorra es la gran desconocida y una de
sus leyendas más misteriosas e inquietantes es la de la dama blanca de Aubinyà.
Nos cuenta la leyenda que en este lugar, dominando el camino hacia las tierras
de Urgell, existía una torre fuerte y bien construida propiedad de un noble
andorrano, que al morir la dejó en herencia a su única hija, llamada por los
lugareños “la Dama Blanca”,
a causa de los vestidos que solía llevar de ese color.
Por esta época, era la iglesia de Urgell
la que se había atribuido el control de estas tierras, avasallando a sus
habitantes con fuertes impuestos y exigencias.
La Dama Blanca es
descrita como una mujer fuerte y con convicciones, así que inmediatamente de
heredar la torre y las tierras de su difunto padre, prohibió en numerosas
ocasiones la entrada del obispo de Urgell en los valles andorranos. Pero éste,
haciendo alarde de su orgullo, entraba y salía con total impunidad aumentando a
su vez las cargas sobre los indefensos campesinos.
Sucedió que una noche, tras un largo día
de cobros y exigencias, la comitiva del obispo se dirigía de vuelta a la sede
del obispado cargados del dinero y los bienes de los campesinos andorranos. Era
una noche de luna llena y se respiraba un ambiente de tranquilidad y
desasosiego mientras el obispo cruzaba el borde de un bosque junto a Aubinyà,
cuando de pronto escuchó una dulce y celestial voz de mujer que emergía de
entre la arboleda. El obispo bajó de su corcel y dejó que la comitiva siguiera
unos pasos y éste se adentró en la negrura bosque, cuando de pronto vio a una
hermosa mujer bañada por la intensa luz de la luna, vestida totalmente de
blanco y haciéndole signos para que se acercara a ella. El obispo, seducido, se
acercó a ella y ésta le cogió dulcemente de la mano; él la abrazó por la
cintura y ambos se adentraron en la espesura del bosque. Ésta fue la última vez
que se vio al obispo, de nada sirvieron las batidas realizadas por sus secuaces
días después en su búsqueda.
No obstante, en esas mismas fechas un
gran lobo feroz comenzó a causar estragos por la zona. Pocos fueron capaces de
escapar de sus fauces, y los pocos afortunados que lo consiguieron afirmaron
ver en los ojos de la bestia la mirada desesperada de una persona, de un
obispo…
Por eso, la Dama Blanca es
considerada la protectora de los valles de Andorra.
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