Anónimo africano
Había un lobo en la selva. Un día, cuando
estaba afuera paseando, encontró a un árbol que tenía unas hojas que parecían
caras de personas. Escuchó atentamente y pudo oír al árbol hablar.
El lobo se asustó y dijo:
Tan pronto como hubo dicho estas
palabras, alguna cosa que no pudo ver lo golpeó y lo dejó inconsciente. No
sabía durante cuánto tiempo había estado allí tendido en el suelo, pero cuando
despertó estaba demasiado asustado para hablar. Se levantó inmediatamente y
empezó a correr.
El lobo estuvo pensando acerca de lo que
le había ocurrido y se dio cuenta de que podía usar el árbol para su provecho.
Se fue paseando de nuevo y se encontró a un antílope. Le contó lo del árbol que
hablaba, pero el antílope no le creyó.
-Ven y lo verás tu mismo -dijo el lobo-
pero cuando llegues delante del árbol asegúrate de decir estas palabras:
"Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un
árbol hablante". Si no las dices, morirás.
El lobo y el antílope se acercaron hasta
el árbol que hablaba. El antílope dijo:
-Has dicho la verdad, lobo, hasta el día
de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante.
Tan pronto como dijo esto alguna cosa lo
golpeó y lo dejó inconsciente. El lobo cargó con él a su espalda y se lo llevó
a casa para comérselo. "Este árbol que habla solucionará todos mis
problemas", pensó el lobo. "Si soy inteligente nunca más volveré a
pasar hambre."
Al día siguiente el lobo estaba paseando
como de costumbre. Al cabo de un rato se encontró con una tortuga. Le contó la
misma historia que le había contado al antílope, y la llevó hasta el lugar. La
tortuga se sorprendió cuando vio al árbol hablante.
-No creía que esto fuera posible -dijo-
hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol
hablante.
Inmediatamente fue golpeada por algo que
no pudo ver y cayó inconsciente. El lobo la arrastró hasta su casa y la puso en
una olla. Pensó en hacer una estupenda sopa.
El lobo estaba orgulloso de sí mismo.
Después del antílope y la tortuga cazó un ave, un jabalí, y un ciervo. Nunca
antes había comido mejor. Siempre usaba la misma estrategia. Contaba a sus
presas que debían decir que nunca antes habían visto a un árbol hablar y que si
no lo decían morirían. Todos ellos hicieron lo que el lobo les dijo y todos
ellos quedaron inconscientes. Luego el lobo cargaba con ellos hasta su casa. Era
un plan perfecto, él lo creía simple e infalible, y agradecía a las estrellas
el hecho de haber encontrado a ese árbol. Esperaba comer como un rey durante el
resto de su vida.
Un día, que se sentía con algo de hambre,
el lobo fue a pasear de nuevo. Esta vez se encontró con una liebre. El lobo le
dijo:
-Hermana liebre, he visto algo que tú no
has visto desde el tiempo de tus antepasados.
-Hermano mayor, ¿qué puede ser? -preguntó
la liebre.
-He visto un árbol que habla en la selva
-dijo el lobo.
Contó la misma historia de siempre a la
liebre y se ofreció para llevarla a ver ese árbol hablante. Fueron juntos hasta
el lugar. Cuando se acercaban al árbol el lobo le dijo:
-No olvides lo que te he contado.
-¿Qué me contaste? -preguntó la liebre.
-Lo que debes decir cuando llegues junto
al árbol, o si no , morirás -dijo el lobo.
-¡Oh!, sí -dijo la liebre-.
Y empezó a hablar con el árbol.
-¡Oh!, árbol, ¡oh!, árbol -dijo-. Eres un
árbol precioso.
.No, esto no -dijo el lobo.
-Perdona -dijo la liebre. Entonces habló
de nuevo-. Árbol, ¡oh!, árbol, nunca pensé que pudieras ser tan maravilloso.
-¡No, no! -dijo el lobo- no un árbol
precioso, un árbol hablante. Te dije que tenías que decir que nunca habías
visto antes a un árbol hablante.
Tan pronto como hubo dicho estas
palabras, el lobo cayó inconsciente. La liebre se fue andando y mirando hacia
el árbol y el lobo. Luego sonrió:
-Entonces, este era el plan del señor
Lobo -dijo-. Se pensaba que este lugar era un comedero y yo su comida.
La liebre se marchó y contó a todos los
animales de la selva el secreto del árbol que hablaba. El plan del lobo fue
descubierto, y el árbol, sin herir a nadie, continuó hablando solo.
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