Anónimo chino
Un pintor de mucho talento fue enviado
por el emperador a una provincia lejana, desconocida, recién conquistada, con
la misión de traer imágenes pintadas. El deseo del emperador era conocer así
aquellas provincias.
El pintor viajó mucho, visitó los recodos
de los nuevos territorios, pero regresó a la capital sin una sola imagen, sin
siquiera un boceto.
El emperador se sorprendió, e incluso se
enfadó.
Entonces el pintor pidió que le dejasen
un gran lienzo de pared del palacio. Sobre aquella pared representó todo el
país que acababa de recorrer. Cuando el trabajo estuvo terminado, el emperador
fue a visitar el gran fresco. El pintor, varilla en mano, le explicó todos los
rincones del paisaje, de las montañas, de los ríos, de los bosques.
Cuando la descripción finalizó, el pintor
se acercó a un estrecho sendero que salía del primer plano del fresco y parecía
perderse en el espacio. Los ayudantes tuvieron la sensación de que el cuerpo
del pintor se adentraba a poco en el sendero, que avanzaba poco a poco en el
paisaje, que se hacia más pequeño. Pronto una curva del sendero lo ocultó a sus
ojos. Y al instante desapareció todo el paisaje, dejando el gran muro desnudo.
El emperador y las personas que lo
rodeaban volvieron a sus aposentos en silencio.
2 comentarios:
teletransporte?
parece algo mas que eso, aparte de moverse el se llevó su pintura!!!!
Publicar un comentario