- Leyenda de Brasil -
Al principio, muy al principio, no había
noche, sino solamente día. La noche estaba dormida en el fondo de las aguas. No
había animales; todas las cosas hablaban.
Se cuenta que la Hija de la Gran Serpiente
había tomado como esposo a un hombre. Un día, el hombre, que tenía tres fieles
servidores, les dijo a éstos:
- Id a pasear, y con vuestra presencia
intimidáis a mi mujer.
Los servidores se fueron a pasear y el
hombre llamó a su mujer.
Ésta le dijo:
- ¡Oh, esposo! Llevo mucho tiempo
esperando que llegue la noche. ¿Por qué no acaba de llegar nunca?
El hombre contestó:
- No hay noche. En todo el tiempo no hay
más que día.
- La noche la tiene mi padre - dijo la
joven -. Envía a buscarla a orillas del Gran Río.
El joven llamó a sus servidores. La joven
le había ordenado que enviase a buscar a casa de su padre una nuez de coco, en
la que estaba encerrada la noche.
Los servidores se pusieron enseguida en
camino. Llegaron a casa de la
Gran Serpiente y le dijeron:
- Tu hija nos manda a buscar una nuez de
coco en la que está encerrada la noche. Te rogamos que nos la des.
La Gran Serpiente les
entregó una nuez de coco bien cerrada y le dijo:
- La noche está ahí; llevadla con
vosotros. Pero tened cuidado de no dejar que se abra la nuez, pues si sucede
eso, todas las cosas se perderán.
Los servidores hicieron una reverencia a la Gran Serpiente,
cogieron la nuez y se pusieron en camino. Llevaban la nuez bien sujeta y dentro
de ella oían un ruido; algo como «tin, tin, tin... chi, chi...»; era el ruido
de los grillos y de los pajarillos que cantan por la noche.
Llevaban ya mucho camino andado y seguían
oyendo el ruido. Y uno de los servidores dijo a los otros:
- ¿Qué puede ser ese ruido que oímos
dentro de la nuez? Veamos de lo que se trata.
Pero otro contestó:
- No; no hagamos esa locura. Estaríamos
perdidos. Vamos, seguid.
Y siguieron remando, pues iban en canoa
por el Gran Río.
Siguieron más lejos aún, y continuaban
oyendo el ruido. Entonces no pudieron contener su curiosidad y encendieron
fuego; derritieron la resina que cerraba la nuez y la abrieron. Entonces la
noche se escapó y las tinieblas cubrieron el mundo.
- ¡Estamos perdidos! Y la joven Hija de la Gran Serpiente
sabrá ya que hemos abierto la nuez y que hemos dejado escapar la noche.
En aquel momento las cosas de la selva se
cambiaron en animales. Las cosas que contenía el río formaron patos y peces.
Así, el pescador y su canoa dieron origen al pato: la cabeza del pescador forma
la cabeza, y el pico; la canoa, el cuerpo, y los, remos, las patas.
La Hija de la Gran Serpiente
había dicho a su esposo:
- ¡Ah!, tus servidores han dejado escapar
la noche. - Después, cuando vio aparecer la estrella matutina, añadió -: pero
el día va a reaparecer. Voy a separar los días de las noches.
Cogió un hilo, lo arrolló y le dijo:
- Tú serás el cujubin Especie de gallo;
cantarás todas las mañanas, cuando salgan los primeros rayos del sol.
Después arrolló otro hilo, lo espolvoreó
con unas cenizas y le dijo:
- Tú serás el nhambu Especie de perdiz, y
cantarás a diversas, horas de la noche, hasta la mañana.
Desde entonces, cada pájaro canta a su
hora, por la noche, y todos juntos, por la mañana, al comienzo del día.
Cuando los tres servidores llegaron, el
joven les dijo:
- No habéis sido fieles; habéis abierto
la nuez de coco y habéis dejado escapar la noche. Todas las cosas se han
perdido, y vosotros también.
Y desde aquel momento fueron cambiados en
monos. Se asegura que el color negro de la boca y las rayas que llevan en el
brazo son debidos a la resina que se derramó sobre ellos, cuando abrieron la
nuez de coco.
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