Hace mucho, pero mucho tiempo, el señor
Itzamná decidió crear una tierra que fuera tan hermosa que todo aquél que la
conociera quisiera vivir allí, enamorado de su belleza. Entonces creó El Mayab,
la tierra de los elegidos, y sembró en ella las más bellas flores que adornaran
los caminos, creó enormes cenotes cuyas aguas cristalinas reflejaran la luz del
sol y también profundas cavernas llenas de misterio. Después, Itzamná le
entregó la nueva tierra a los mayas y escogió tres animales para que vivieran
por siempre en El Mayab y quien pensara en ellos lo recordara de inmediato. Los
elegidos por Itzamná fueron el faisán, el venado y la serpiente de cascabel.
Los mayas vivieron felices y se encargaron de construir palacios y ciudades de
piedra. Mientras, los animales que escogió Itzamná no se cansaban de recorrer
El Mayab. El faisán volaba hasta los árboles más altos y su grito era tan
poderoso que podían escucharle todos los habitantes de esa tierra. El venado
corría ligero como el viento y la serpiente movía sus cascabeles para producir
música a su paso.
Así era la vida en El Mayab, hasta que un
día, los chilam, o sea los adivinos mayas, vieron en el futuro algo que les
causó gran tristeza. Entonces, llamaron a todos los habitantes, para anunciar
lo siguiente: —Tenemos que dar noticias que les causarán mucha pena. Pronto nos
invadirán hombres venidos de muy lejos; traerán armas y pelearán contra
nosotros para quitarnos nuestra tierra. Tal vez no podamos defender El Mayab y
lo perderemos.
Al oír las palabras de los chilam, el
faisán huyó de inmediato a la selva y se escondió entre las yerbas, pues
prefirió dejar de volar para que los invasores no lo encontraran.
Cuando el venado supo que perdería su
tierra, sintió una gran tristeza; entonces lloró tanto, que sus lágrimas
formaron muchas aguadas. A partir de ese momento, al venado le quedaron los
ojos muy húmedos, como si estuviera triste siempre.
Sin duda, quien más se enojó al saber de
la conquista fue la serpiente de cascabel; ella decidió olvidar su música y
luchar con los enemigos; así que creó un nuevo sonido que produce al mover la
cola y que ahora usa antes de atacar.
Como dijeron los chilam, los extranjeros
conquistaron El Mayab. Pero aún así, un famoso adivino maya anunció que los
tres animales elegidos por Itzamná cumplirán una importante misión en su
tierra. Los mayas aún recuerdan las palabras que una vez dijo:
—Mientras las ceibas estén en pie y las
cavernas de El Mayab sigan abiertas, habrá esperanza. Llegará el día en que
recobraremos nuestra tierra, entonces los mayas deberán reunirse y combatir.
Sabrán que la fecha ha llegado cuando reciban tres señales. La primera será del
faisán, quien volará sobre los árboles más altos y su sombra podrá verse en
todo El Mayab. La segunda señal la traerá el venado, pues atravesará esta
tierra de un solo salto. La tercera mensajera será la serpiente de cascabel,
que producirá música de nuevo y ésta se oirá por todas partes. Con estas tres
señales, los animales avisarán a los mayas que es tiempo de recuperar la tierra
que les quitaron.
Ése fue el anuncio del adivino, pero el
día aún no llega. Mientras tanto, los tres animales se preparan para estar
listos. Así, el faisán alisa sus alas, el venado afila sus pezuñas y la
serpiente frota sus cascabeles. Sólo esperan el momento de ser los mensajeros
que reúnan a los mayas para recobrar El Mayab.
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