Vuelvo un poco a la realidad, encerrada en este cuarto oscuro pero suave.
Otra noche que pasa, o más bien otra noche que sobrevivo, siguen persiguiéndome cada noche, los oigo, oigo sus gritos de dolor, yo no sé por qué sufren tanto. Yo sólo quería darles lo mejor... ¿qué hay de malo en eso?. Recuerdo mi primera vez, una niña, pequeña, muy linda, tenía un vestido lila y jugaba en el parque, yo me pregunté en esos momentos ¿por qué no tengo yo también una niña así?
- Qué linda niña ¿cómo te llamas?
Quería conservarla para siempre, pero así, en calidad de niña, quería consentirla y llenarla de dulces, por lo que decidí quitarle todo aquello que no me permitiera llenarla de dulces, comencé con sus ojos, después su corazón y así fui abriendo espacio poco a poco, y ¡¡¡sí!!! la llené de dulces, pero me duró muy poco el gusto, porque su piel ya no era la misma, su cabello se cayó, su ojos se cerraron, nunca los pude abrir, ya no la quería, se había puesto fea, supongo que era una especie de reclamo porque mis dulces no le gustaron, así que la castigué por malagradecida y la encerré en el sótano, hasta que aprendiera a no ser tan malencarada. Así es como yo me volví sonriente, mi mamá siempre me decía "no seas malencarada"... ella tenía también que aprender a sonreír.
Pasó el tiempo, no sé cuánto la verdad, pero yo quería una niña para mí, ¿por qué ya no podía tener una? Bueno, alguna vez tuve una dentro de mí, pero... me la quitaron. Creo que desapareció, un ángel vestido de blanco se lo llevó, todavía no entiendo por qué, yo sólo tenía 16 años, nadie me preguntó, pero me dijeron que nunca podría hacerme cargo de un niño, y yo quería demostrar que sí. En mi primera vez entendí que los dulces no lo son todo para un niño, así que decidí mejor darle juguetes.
- Ayyy qué linda niña ¿cómo te llamas?
Qué lindos juguetes había comprado ese día, una pelotita de carita feliz, dos muñequitas de trapo, una planchita, estaba yo muy feliz, y ella también, la iba yo a llenar de juguetes, y así fue, comencé con sus ojos, despues su corazón... tampoco le gustó, hizo un batidillo, supongo que era un reproche porque no le gustaban los juguetes, su sonrisa se borró, "niña malagradecida" pensé, y la castigué también, la encerré en el sótano para que aprendiera.
¿Qué era lo que querían? no lo entendía.
Cuando llega la noche oigo sus reproches, sus gritos, sus sombras están en mi cuarto oscuro y suave ¡qué contraste! ¿Qué hice mal? Si tan sólo me dijeran qué es lo que quieren, créanme, los llenaría de eso.
Sinceramente no entiendo porque estoy aquí, entendí perfecto que no estaba haciendo bien, que no eran suficientes mis esfuerzos por hacerlas felices, así que decidí llenarlas de mí, creo que eso es lo más importante ¿o no? empecé con mis ojos... y terminé aquí.
Rocío Alejandra Zaragoza
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