Hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño
pueblo vivía un hombre muy trabajador. Este a pesar de trabajar tanto vivía en
la miseria ya que el dios de la pobreza habitaba tambíen la misma casa.
Todo el pueblo al ver que este hombre
había perdido las esperanzas en una mejora de su situación decidieron
presentarle una mujer que lo acompañe y para la cual continúe luchando por la
vida, con quien se casó.
Ella era muy trabajadora.
El hombre que no quería que sólo ella
trabaje, empezó nuevamente a trabajar con todos sus ánimos.
El dios de la pobreza al verlos
esforzarse tanto dijo: "Cada día se me hace más difícil vivir aquí, ellos
esforzándose tanto y mientras yo esté en esta casa no podrán dejar de ser
pobres."
Al final de dicho año, el dios de la
pobreza se encontraba llorando en el desván de la casa, la pareja al notarlo
fueron a ver qué ocurría.
Ellos se sorprendieron y le preguntaron:
"¿Quien eres?".
El les contestó: "Soy el dios de la
pobreza. Durante mucho tiempo he vivido aquí pero ustedes trabajan tanto que
muy pronto tendré que abandonar esta casa ya que vendrá el dios de la
fortuna."
Ellos al escucharlo se sintieron muy
tristes puesto que él era el dios que cuidaba la casa durante mucho tiempo. Lo
invitaron a bajar a la habitación.
El hombre le dijo: "Queremos que se
quede aquí con nosotros para siempre porque ésta es su casa", la mujer
insistio : "Sí, está bien".
El dios de la pobreza se puso muy
contento ya que era la primera vez que alguien lo había tratado con tanto
afecto.
En ese momento vino el dios de la fortuna
y dijo "¡Todavía estás aquí! ¡Fuera, rápido!
El dios de la pobreza contestó ¡No! ¡Esta
casa es nuestra! y se abalanzó sobre el dios de la fortuna, pero no podía
competir con él porque era muy delgado y el dios de la fortuna muy gordo.
Al ver eso los esposos le ayudaron y
echaron de la casa al dios de la fortuna.
Este no entendía nada de lo que acontecía.
Se preguntó a sí mismo: " Yo soy el dios de la fortuna ¿No?"
Al final, nunca pudieron llegar a ser
ricos, pero, vivieron felices para siempre.
El dios de la pobreza todavía vive en el
desván de la casa.
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