Era un matrimonio que estaba recién casao, y los casó el cura del pueblo. Y se fueron a la luna de miel, y dice:
–Bueno, pos ya que nos ha casao fulanito de tal –dice–, pues, se tiene que venir con nosotros a la luna de miel.
–¡Cómo se va a venir con nosotros! –decía el marido–, ¡eso no puede ser!
–¡Que sí, hombre, que sí, que sí!
Total, hasta que le convenció la mujer a él. Pos, llegan al hotel y no había más que una cama na más. Dice:
–Áber, ¿y ahora?
Dice:
–Pos el cura se tiene que acostar con nosotros.
–¡Cómo que se va a acostar el cura con nosotros!
–Sí, sí, se tiene que acostar.
Le convence otra vez al marido; y el cura, a acostarse. Y el cabrón del cura dice que había que echar a suertes a ver quién le tocaba acostarse a los pies y quién le tocaba acostarse arriba. Y al cabrón del cura le tocó a él con la mujer. Así que empieza el bicho a tocar así; le tocó un poquillo las tetas, dice:
–Hija, ¿y esto qué es?
–Padre, ¿no lo sabe usté bien?, esas son las tetas.
Llega un poquino más abajo, le toca el ombligo, dice:
–Hija, ¿y esto qué es?
–Padre –dice–, ¡pos no lo sabe usté poco bien!, eso es el ombligo.
Llega un poquino más abajo, y toca por allí. Dice:
–Hija, ¿y esto qué es?
Dice el marido:
–¡Me cagüen dios, eso son mis pies, y no los quito hasta que no amanezca!
No hay comentarios:
Publicar un comentario