Bienvenid@ a este bosque nebuloso. Disfruta de tu estancia.

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lunes, 15 de agosto de 2011

MI FAMILIA Y YO

Queridos mama y papa:
Lamento decirles esto, pero estoy cansado, mi vida ya no tiene sentido. Mi enojo, para así decirlo, no se dirige hacia ustedes sino al método de vida que llevaba.
Las cosas que he hecho, las quisiera remediar, pero ya es tarde. Lamento tanto no haber mantenido una buena comunicación con ustedes, lamento tanto no haberlos disfrutado.
Perdonen, pero tenia que partir.


Alejandro


Esto decía la nota que sostenía en mi mano mientras veía el cadáver de mi hijo tendido en la cama. Las lágrimas me desbordaban, no sabias que hacer, no comprendía que estaba pasando.
Mi mujer lloraba junto a mí, a ella los nervios la estaban matando.
Busqué un calmante en el botiquín y se lo ofrecí, lo aceptó y más tarde se encontraba más tranquila.
La recosté en su cama, le di un beso y fui inmediatamente a llamar a la policía, todo esto entre lágrimas, claro.
Después de realizar el llamado me tendí en el sofá, en el cual quedé dormido. Sentí unos golpes que me despertaron y me levanté titubeando, abrí la puerta y al instante ingresaron dos policías entrados en edad.
Comenzaron a recorrer la sala y a hacer preguntas como:
¿Qué sucedió? ¿Nos puede decir?
Sin parar de llorar me quedé sin habla, estaba muy confundido.
no se, llegamos y lo encontramos así al fin respondí.
bueno, cálmese e intente darnos algún indicio de porque su hijo se suicidaría. Algo por lo que hubiese tomado esta decisión.
Entonces proseguí:
realmente no lo se, mi hijo hace algunos días empezó a cambiar definitivamente, no se porque, pero si, se que se comportaba muy extraño.
¿Esto le pertenece? grito el otro policía
si, la pistola es mía respondí.
Entonces seguí contándole todo al policía.
Hace algunos días, recuerdo haberlo visto llorando, yo entonces le pregunté cual era el motivo pero el sólo me dejó con la frente pegada a la puerta. Luego no volvió a salir, paresia tenerle miedo a algo, consultamos a un doctor pero nos dijo que el chico había sido golpeado brutalmente, y por supuesto exploté.
Empecé entonces a preguntarle repetitivamente quien lo había estado golpeando, pero el solo lloraba y no contestaba.
¿entonces, que hizo?
Nada, seguí insistiendo hasta que un día el contestó que quien le pegaba era alguien a quien él quería y no podía traicionar.
Y en ese momento empecé a tenerlo en casa, no podía permitir que lo siguiesen golpeando. Pero igual, bajo mi control, las marcas en su piel seguían apareciendo.
No se imagina cuanto dolor me producía ver así a mi hijo. Y en el momento menos oportuno, cuando solo lo dejamos unos minutos, estaba… estaba muerto. y entonces comencé a llorar nuevamente.
Luego de escuchar la historia el policía y su compañero se marcharon, dijeron que regresarían en algunos días para realizar algunas preguntas. Tomaron algunas cosas de “la escena” y se retiraron.

No imaginan como me sentí entonces, mi cabeza parecía a punto de estallar, todo parecía correr demasiado lento. Junté fuerzas y me levanté del sofá, caminé hacia el baño y me lavé la cara con todas mis fuerzas, tenía la esperanza que todo esto no fuera más que un sueño.
Volví al sofá y lloré hasta quedarme dormido.

Al día siguiente me despertó mi mujer, lo que me tranquilizó, ella ya estaba mejor.
Querido, ¿Qué haces en el sofá? preguntó con los ojos rojos
Sólo me quedé dormido luego de llorar, ¿Qué hora es?
Las diez de la mañana.
Entonces pegué un salto y me apronté rápido. Lo que había pasado era muy triste, como dije, pero tenía estar bien despierto para manejar las cuestiones del entierro de mi hijo.
De pronto sonó el timbre.
Abrí la puerta y al pie se encontraban unos cuantos familiares; mi hermana Gladis venia acompañada de su esposo, junto a ellos venían Irma y Ramón, los nuevos vecinos. Además se encontraban tres tías lejanas de mi esposa, las cuales no conocía.
Entraron y dieron sus pésames, yo entonces me disculpe con ellos por no poder atenderlos correctamente y me retiré. Tenía que hacer muchas cosas como para atender invitados, después de todo estaba de luto y no de cumpleaños.

Al salir la policía estaba esperándome al pie de la calle, y enseguida me encaminé hacia ellos.
Lo que me comunicaron fue que las pruebas encontradas, como el arma tenían mis huellas dactilares. Y claro la pistola era de mi pertenencia, era obvio encontrar mis huellas.
La policía no quedó conforme con esto y decidió realizar un allanamiento en mi hogar.

Si, no encontraron nada sólo habían sido sospechas. ¿Cómo podía ser que yo matase a mi hijo? No era lógico, además estaba claro que el se había suicidado.
Entonces dejaron de molestar.

El entierro tubo lugar en el cementerio de La Chacarita, no duró demasiado, tratamos (mi esposa y yo) de hacerlo lo menos doloroso posible.

Regresamos a casa y nos encontramos en un lugar sumamente vacio, no era el mismo desde que Alejandro nos había dejado.
Caminamos por las escaleras hacia la habitación y para cuando quise acordar me encontraba dormido.
El sueño que tuve entonces fue horripilante, ahí estaba yo golpeando repetidas veces a Alejandro, el sólo lloraba, no decía palabra alguna.
Desperté entre las sabanas húmedas, mi mujer no se encontraba a mi lado.
Salté de la cama y por la cabeza se me cruzaron miles de cosas.
Bajé la escalera y ella estaba sentada en el sofá que nombré anteriormente.
Se encontraba bañada en lágrimas, yo me acerqué y entonces grito:

¡aléjate de mi vista¡ ¡tu tienes la culpa de todo¡
¿Qué dices?, querida te encuentras muy mal.
No, se lo que hacías por las noches mientras creías que yo dormía.
¿Cómo? No digas pavadas, te traeré un valium y hablaremos tranquilos.
¡no! gritó aun más fuerte.
Eso es lo que quieres tú, dejarme drogada para que calle.
No, querida no digas eso

Se hallaba muy alterada y no había forma de hacerla entender lo ilógico de lo que decía. Decidido, entonces, tomé sus brazos con fuerza, ella me miró llorando y con cara de terror entonces le dije:
Calma querida, tienes que relajarte.
Pero tu… pero tu…
Shhh descansa.
Ella se calmó y decidí llamar a un médico que conocía. El mismo que había atendido a Alejandro, el dijo que vendría después del almuerzo y entonces me sentí mas tranquilo.

Llegó como habíamos pactado, la atendió y me dijo que la desconfianza que ella presentaba hacia mi podía ser causada por un shock emocional, y que con algunos remedios o mas bien sedantes se le pasaría.
Traté todo el día tener una comunicación con mi esposa pero ella se oponía, traté de hacerle entender pero ella no escuchaba.
Decidí entonces esperar que se le pasara, pensé que todo acabaría pronto.
Salí a la calle y empecé a caminar sin destino, tenía que aclarar mí mete, crucé por muchos negocios pero todos me hacían recordar algún momento junto a Alejandro.
Caminé más fuerte aun pero todo era mas confuso, me senté en el banco de una plaza y me quedé dormido.
Para cuando desperté me encontraba nuevamente en casa, no entendía nada, no lograba recordar como había llegado asta ahí.
Subí rápidamente a mi habitación, la puerta estaba cerrada, forcejeé y mi mujer lanzo un grito, no quería que entrara.
Le rogué pero no dio resultado, rato más tarde volví a salir, caminé un rato más y luego me encontraba en un bar.
Bebí hasta no dar más, tenía que olvidarme de lo que había ocurrido con mi esposa y esta era la única solución que encontraba.

El mesero me indicó que era hora de cerrar y entonces me marché.
Caminé titubeando y pisando suavemente los cordones de las calles, temía tropezar.
Llegue a casa y me desplomé rendido en el sofá.

La luz del día me despertó, luego noté una sombra hamacándose de un lado al otro, abrí bien los ojos y casi me desmayé en ese preciso momento.
Lo que se hamacaba de un lado a otro era… era… el cadáver de mi esposa.
Las lágrimas brotaron en mí y salte para tomar el papel que estaba junto a mí. Pegado a el había una cinta de video.
Extendí la carta y comencé a leer.


Ignacio:

Ayer cuando te fuiste estuve pensando, ya era hora que te lo dijese. Lamento mucho que sea de esta forma pero es la única a mi alcance.
Recuerdas aquellas marcas inexplicables de Alejandro, de los que el niño no quería hablar. Si, tu se los provocabas, tu lo golpeabas noche tras noche, y luego paresias no recordarlo.
No se porque lo hacías, pero lo hacías. La cuestión es que anoche tome la cámara, esa que le compraste a Alejandro, y la puse a grabar.
Cuando llegaste, muy ebrio, subiste a mi habitación, me golpeaste y luego me violaste.
Todo… todo fue capturado por la cámara y lo puedes ver en el video que te dejé junto a esta nota.
Entonces me sentí muy mal y decidí terminar con mi vida, no podía seguir viviendo junto a la persona que fue la causa del suicidio de mi hijo.
Tomé la cuerda del jardín y aquí estoy sentada escribiéndote esto, haciéndote dar cuenta de cuanto daño hiciste (sin saberlo).
Adiós querido, lamento que esto terminara así.
Te amé, pero lo que ocultas es muy peligroso y despiadado.

Alicia

No podía ser ¿yo un asesino?, no, esto parecía no concordar.
Caminé rápido hacia el reproductor de video y coloqué la cinta.
Lo que vi entonces me hizo llorar y golpearme la cabeza contra la pared una y otra vez.
Lo que había descrito mí mujer no era nada comparado con lo que estaba viendo.
Entonces aquí estoy, esperando que el cianuro que acabo de ingerir cumpla su efecto y que termine con mi dolor.
Solo puedo decir que lamento el daño que hice, aunque lo hice inconscientemente, y que merezco morir para no seguir lastimando.


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