Bienvenid@ a este bosque nebuloso. Disfruta de tu estancia.

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martes, 31 de agosto de 2010

La Pastora y la Música (Leyenda vasca descristianizada o repaganizada por mi)

Una niña huérfana vivía en una aldea vasca; todos los días iba a pastorear los rebaños para ganarse la vida, se levantaba muy temprano, iba a buscar los animales y subía a una verde pradera del monte para que pastaran.

Era una gran aficionada a la música y, mientras el rebaño pastaba, se entretenía fabricando con cañas o trozos de madera, algún instrumento musical... silbatos, flautas, con los que luego entonaba bellas melodías. Los pájaros concurrían en torno a ella coreándola con sus trinos, creyéndola un ave cantora.


La espiritualidad de la zagala era grande, convocando a los espíritus del lugar todos los días para que la acompañasen, sin olvidarse nunca. Uno de estos días que estaba pidiendo permiso para entrar en el campo , se apareció un hada y, con una voz muy dulce le dijo:

- Pastora, en respuesta a tus atenciones con nosotras he venido a concederte un deseo. Pídeme lo que quieras.

La niña le pidió un silbato que tuviera la cualidad de hacer bailar a todo el que lo oyera. El hada le entregó lo pedido y, seguidamente, desapareció.

Llena de alegría, la pastorcilla comenzó a tocarlo y todas las ovejas y corderos del rebaño bailaban al oírlo. Estaba muy feliz al contemplar el espectáculo, asombrada.


En ese preciso momento se encontraba por allí cerca el sacerdote de la aldea, que había salido a cazar, y estaba oculto en una choza construida por él mismo, de malezas y ramajes para acechar desde allí a las liebres. Al oír aquélla música, comenzó a bailar sin poder resistirse... bailaba y bailaba aunque ya sus fuerzas se habían agotado, sus vestidos se habían desgarrado y en su piel brotaba ya sangre, debido a las espinas de las zarzas.

Cuando la pastorcilla dejó de tocar su silbato, estaba ya exhausto... salió corriendo al pueblo para denunciarla por brujería.

Fue detenida, llevada al Tribunal de la Inquisición, y condenada a muerte por brujería. La sacaron de prisión, seguida de todo el pueblo, fue conducida hasta el patíbulo. Allí le dijeron que podía pedir la última gracia. La niña pidió que le desatasen las manos, ya que le dolían por la presión de las cuerdas, y lo que pedía le fue concedido en el acto.

Cuando la pastora se vio libre, sacó el silbato de su bolsillo y empezó a tocarlo. Todos los espectadores comenzaron a bailar, bailaban y reían a carcajadas. Cuando dejó de tocar, todos los habitantes del pueblo pidieron el indulto de la pastora, que les había hecho tan felices con aquella música tan dulce y agradable. Indulto que fue concedido.

Desde entonces, la pastora les alegra todas sus fiestas y solemnidades, entonando música con su silbato.

2 comentarios:

wizard dijo...

Hola amigo, gracias por pasarte por la taberna encantada. Blog mágico y lleno de senderos el tuyo. Soy un escritor de cuentos mágicos y quizás te gustaria tener alguno. Que los dragones vuelen siempre en tus sueños.

duende de la niebla dijo...

pues si, me encantaría leer tus cuentos ^^