Ocurrió una vez en Leitza, en Navarra, durante la recolección de la manzana. Los señores de la casa Marikurrenea llamaron a sus vecinos para que les ayudaran, tal como era la costumbre.
Después de trabajar unas cuantas horas, los dueños del manzanal, en señal de amistad y agradecimiento, ofrecieron a sus vecinos una copiosa merienda.